Cada fin de semana es la misma historia, con diferentes actores. Hay que ver lo que cambia una persona con cierta cantidad de alcohol en sangre. Desinhibidos, lujuriosos, sin mascaras. O quiza con la mayor mascara de todas, la que obliga a hacer actos y adoptar posiciones ciertamente ridiculas, dejando al descubierto lo poco interesante que hay tras el halo de misterio de la sobriedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario